"soy bollera, me gozo entera" en granada

Justo en la sierra al frente de los descomunales palacios nazaríes, gitanes , mores y gentes d x ahí, cantan o lloran hace algunos siglos dentro de cuevas q t protegen del calor extremo d agosto.

Me hice reina en los pasillos d la Alhambra, me hice pájara en sus balcones y en las torres piedra.

En Granada viví en "una típica casa andaluza" según rezaba Airbnb, administrada por un australiano y dos niñas que gritaban en dos o tres lenguas. Me hospedé en la primera planta q rodeaba al patio central lleno d mosaicos azules, verdes y blancos, junto a 7 jóvenes del Japón q allí residían. Nos conocimos a través de las huellas del baño que compartimos. Uno de ellos decoró su habitación con tira de luces en la ventana y destacó claramente del resto de la pensión.

En granada me invitaron a un club d hierbas verdes y me dieron una tarjeta de socia con el número 25.

Un turco me vendió una túnica rosa llevo puesta cada día.

En el paseo de los tristes, un hombre desnudo se metió a una fuente y luego trepó a un árbol para relajar. Al día siguiente cuando lo volví a cruzar, llevaba una camisa floreada y un jean.

Los turrones d almendras en granada son una delicia tan grande como sus jardines y como sus aplastantes sublimes monumentos.